martes, 3 de junio de 2014

Karma


Después de mi última… “relación”, me puse a pensar en la evolución de mi vida amorosa. Y siendo todo lo objetiva que puedo ser… ha sido un gran fracaso en los últimos 3 años. No es que antes fuera mucho mejor, pero desde luego no era tan caótica como lo es ahora.

Y no puedo evitar preguntarme ¿Por qué?, ¿tan mala soy?, ¿tan mal lo he hecho?, ¿qué estoy haciendo mal?, ¿qué he hecho yo para merecer esto?

¿Existe algo como el karma de las relaciones sentimentales?

¿Sabemos lo que es el karma cuando hablamos de él?

El karma se interpreta como la ley causa y efecto y explica los dramas humanos como la reacción a las buenas o malas acciones realizadas en el pasado.

¿Es realmente cierto que todo lo que va vuelve? Y si es así… ¿Volverá para darte una patada en el trasero?

Es común escuchar que uno cosecha lo que siembra. Y si siembras en tu pareja confianza, comunicación, respeto, cariño y comprensión, ¿eso es lo que recibirás a cambio?

He estado en suficientes relaciones como para saber que eso NO es cierto. Puedes ser la mejor persona del mundo, la novia que todo hombre quisiera tener, la chica que escucha, comprende y aconseja… da igual. Vas a sufrir de todas formas. No es lo que das. Es lo que buscas.

Es muy bonito pensar que somos la protagonista de esa peli romántica a la que no paran de pasarle cosas malas hasta que de repente encuentra a un chico que le abre las puertas de la felicidad. Y ya todo es perfecto. No hay peleas. Todo es bueno.

Despierta. 

Eso NO existe. 

No por ser buena te pasan cosas buenas, ni por ser mala te pasan cosas malas.

Todos lo hemos visto alrededor nuestra alguna vez. Gente que le han pasado cosas que no se merecían, tanto buenas como malas. 

En amor, no recibimos lo que damos. Recibimos lo que realmente buscamos.

Analizando los chicos con los que he estado, me he dado cuenta de lo parecidos que son. No en físico, ni en personalidad, sino en conducta. Todos han reaccionado de la misma forma ante el mismo hecho… Y eso me hace preguntarme ¿Por qué las relaciones se repiten? ¿Buscamos castigarnos con ciertas relaciones afectivas?

Seguro que todos hemos escuchado a alguien decir ¿Por qué siempre me toca el mismo tipo de persona que me hace daño?

¿Es esto cierto? ¿Atraemos a las personas que sabemos que nos van a herir? ¿O es al revés y en realidad nos atraen a nosotros ese tipo de personas?

Si es así… ¿Lo hacemos adrede? Personalmente no creo que sea casualidad que con mis últimas 5 “parejas” haya pasado lo mismo. 

Pensándolo ahora en frío, creo que inconscientemente, he buscado los mismos patrones de conducta en distintas personas.

Pero ¿Por qué?

Lo primero que se me ocurre es que como seres humanos generalmente elegimos lo que ya conocemos porque nos genera miedo lo desconocido y nos resulta difícil elegir algo diferente, por eso repetimos los mismos patrones.

Entonces os preguntareis ¿estamos destinados a una vida de fracasos amorosos y de personas que nos van a hacer daño? 

Generalmente todas las relaciones que establecemos en la vida tienen el objetivo de aportarnos por lo menos crecimiento. 

No todas las relaciones funcionan, es más, muy pocas lo hacen, pero todas existen y pasan por nuestras vidas por algún motivo especial. 

Cada vez que necesitamos aprender algo, atraemos a las personas que nos van a dar esas respuestas.

Lo que nos une a otra persona se basa en pensamientos y emociones. Si vivimos una experiencia negativa con esa persona y no la perdonamos, tampoco lo hacemos con nosotros mismos. 

Luego repetimos de algún modo con otra persona la misma experiencia, puede que consigamos superarla, o puede que resulte más intensamente negativa.

Esto quiere decir que inconscientemente buscamos aprender, de errores, de relaciones fallidas, necesitamos comprender por qué pasó algo por primera vez, y hasta que no lo comprendemos entramos en un bucle de personas con conductas similares.

Aplicando la ley del karma, atraemos a nuestras vidas siempre el tipo exacto de persona que se corresponde con nuestros pensamientos y sentimientos.

Por lo tanto, cuando tengamos claro lo que queremos para nosotros podemos relacionarnos en forma única, estable, armoniosa y maravillosa con los otros.

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